Se trata de una alteración en la percepción. Ocurre cuando a persona experimenta una sensación, sin que nada externo lo haya producido. Existen diferentes tipos de alucinaciones en función de los diferentes sentidos. Así, existen alucinaciones auditivas, visuales, táctiles…
En un primer momento una alucinación puede ser indistinguible de una percepción externa. Sin embargo, aprendiendo con la experiencia, la persona es capaz de diferenciar mejor las alucinaciones. Algunos psicofármacos pueden también reducir la presencia o la intensidad de las alucinaciones
Ocurren cuando se mantienen creencias o ideas muy fijas, que son irrefutables y que otras personas no comparten y cuya lógica no comprenden. Se tratan, por tanto, de alteraciones en el pensamiento. Las ideas delirantes son interpretaciones que intentan explicar experiencias ambiguas y confusas. Un ejemplo sería llegar a la conclusión inequívoca de estar siendo vigilado, por la forma en que le miran por la calle.
Se trata de un grupo de síntomas que hacen referencia a alteraciones en el proceso del pensamiento, esta desorganización se refleja también en el lenguaje y la forma en que uno se expresa. Así, puede ocurrir que la persona cambie rápidamente de un tema a otro sin mucha relación, incoherencias en el discurso o una gran distraibilidad. Estas alteraciones pueden llegar a dificultar enormemente la capacidad de comunicación de quién las está padeciendo
Tienen lugar cuando la persona muestra conductas extrañas, a menudo afectadas por las alucinaciones y los delirios. Por ejemplo, ante la sensación de ser perseguido por un grupo de delincuentes, el comportamiento de atrincherarse en casa y no salir a la calle.
Implica una reducción del interés por relacionarse con otras personas, se disminuye el contacto con familiares, amigos o compañeros y supone un gran riesgo de aislamiento social
Ocurre cuando existen dificultades para realizar actividades placenteras, se disminuye la capacidad de disfrutar de los intereses o aficiones que una persona tiene.
Supone una pérdida de voluntad. La persona encuentra grandes dificultades para iniciar actividades y persistir en ellas. Puede llegar hasta el punto de afectar negativamente a los autocuidados y al equilibrio ocupacional
Tiene lugar cuando aparece una falta de reacciones afectivas, una aparente indiferencia e indolencia ante las cosas que suceden alrededor de la persona o su entorno.
Ocurre cuando disminuye la espontaneidad y la fluidez en la conversación, con réplicas breves y reducción en la cantidad de habla de la persona.
Desde la década de los 90, la investigación sobre los trastornos cognitivos en la
esquizofrenia y la psicosis ha crecido enormemente.
Cabe destacar que la variabilidad de los déficits neurocognitivos en psicosis y
esquizofrenia es extremadamente amplia, con grandes diferencias entre unas personas y
otras.
Partiendo de esta variabilidad, se ha encontrado que algunos aspectos de la atención
como la atención sostenida (vigilancia) o la atención dividida (a más de un estímulo al
mismo tiempo) pueden verse afectados.
Con respecto a la memoria, aparecen mayores dificultades en la memoria episódica o
autobiográfica. Esto es, la dificultad que pueden tener algunas personas para recordar
información de hechos vividos y para reconstruir su propia historia personal.
Las funciones ejecutivas, es decir, la capacidad para planificar, ejecutar y evaluar
aquello que hacemos, también pueden verse afectadas y suponen mayores dificultades a
la hora de resolver problemas en el día a día.
Es importante destacar que las alteraciones cognitivas y los síntomas negativos están
muy relacionados. De tal manera, que la pérdida de intereses, de actividades y la
desconexión con un proyecto de vida tendrá, lógicamente, consecuencias sobre las
capacidades cognitivas de la persona.
La presencia de síntomas afectivos en la psicosis y esquizofrenia se ha concebido de diferentes maneras. En ocasiones, pueden estar enmascarados por la sintomatología negativa, como el aplanamiento afectivo. Otras veces pueden aparecer como consecuencia del rechazo y el aislamiento social. También pueden tener lugar trastornos afectivos, como la depresión, al mismo tiempo que la psicosis (comorbilidad).
Así, los diferentes síntomas afectivos como la desesperanza, la irritabilidad o un estado de ánimo triste, según el caso o el enfoque clínico, pueden explicarse como parte de la psicosis, como consecuencia de la misma o como fenómenos con orígenes diferentes. En cualquier caso, se trata de experiencias que suelen darse conjuntamente y que, de hacerlo, requieren una atención integral.