La palabra psicosis se utiliza para describir un estado de la mente en el que se pierde el contacto con la realidad, alterando la forma en que la persona se relaciona con el mundo.
Cuando aparece la psicosis por primera vez, se produce una gran confusión. Aunque alguna vez la psicosis puede aparecer de manera súbita, normalmente suele hacerlo de forma progresiva, lo que dificulta detectar que algo está pasando tanto para quien lo experimenta, como para el entorno más cercano.
Por ello, en un principio, se retrasa la búsqueda de ayuda especializada de los servicios de psiquiatría, a los que normalmente solo se acude cuando la situación es difícil de sostener.
Una vez detectada esta situación, se inicia el proceso de recuperación desde diferentes dispositivos de manera coordinada. Por ello, es muy importante, actuar cuanto antes: es más fácil recuperarse cuanto menos se pierde.
Hablamos de esquizofrenia cuando las experiencias psióticas se mantienen ele tiempo y requieren de un proceso de reecuperación y tratamiento especializado.
La aparición de la psicosis y de la esquizofrenia depende de numerosos factores. Algunos hacen referencia a variables intrínsecas de la persona, como pueden ser su biología, su genética o su historia pesonal, mientras que otros aluden a desencadenantes que provienen del entorno, como eventos traumáticos, situaciones de gran estrés o consumo de tóxicos. Es la combinación de muchos de estos factores lo que puede terminar produciendo la aparición de la psicosis.
Es importante destacar que no existe un único desencadenante. Así, podemos encontrarnos con factores de riesgo que pueden facilitar el inicio de experiencias psicóticas. Algunos de ellos pueden ser el consumo de tóxicos, sucesos vitales muy estresantes, cambios inesperados, vulnerabilidad genética o atencedentes de maltrato, entre muchos otros. A ello debemos sumar la capacidad de las personas para enfrentar y manejar estas situaciones.
Por ello, el tratamiento no debe quedarse exclusivamente en la reducción de síntomas, sino que debe tamién abarcar las habilidades y herramientas del individuo para hacer frente a las diferentes dificultades que se irá encontrando a lo largo de su vida.
Las personas que tienen esquizofrenia pueden recuperarse y, de hecho, la mayoría lo consiguen. Se trata, por supuesto, de un proceso complejo y, en ocasiones, puede requerir mucho tiempo, mucho trabajo y la acción coordinada de muchas y muchos profesionales. Hay muchas personas con esquizofrenia que disfrutan de una vida plena, puede que conlleve más esfuerzo, pero no por ello deja de ser posible.
Los autocuidados no solo NO son egoístas, sino que son necesarios. Algunos ejemplos:
- Planificación y organización.
- Establece límites claros.
- Diversifica tus actividades.
- Autoevaluación regular.
- Construye una red de apoyo.
- Meditación y mindfulness.
- Ejercicio y alimentación saludable.
- Descanso adecuado.
- Ocio.
- Terapia y asesoramiento.
-...
Para la OMS, "la salud es un estado de completo bienestar físico, mental y social, y no solamente la ausencia de afecciones o enfermedades".
Dentro de esta defición más amplia, podemos concretar la salud mental como un estado de bienestar en el cual, la persona puede afrontar las tensiones de la vida, trabajar de forma productiva y llevar a cabo una participación activa en la comunidad.
La salud mental enfatiza la promoción del bienestar más allá de los problemas mentales, algo que cada persona tiene que cuidar en el día a día para logara una vida plena y con sentido.
La enfermedad o trastorno mental es una alteración de las emociones, del pensamiento y/o del comportamiento. Esto dificultad a la persona su adaptación al entorno cultural y social en el que vive y puede llevar aparejado malestar para la persona.
Si sientes que estás pasando por un proceso en el que identificas alguno de estos síntomas, puedes ponerte en contacto con AMAFE y te ayudamos en lo que necesites.
O, si como familiar tienes preocupación por alguna persona cercana a ti, también te ofrecemos la información que buscas.
Las personas que se encuentran poco ocupadas son mucho más propensas que otras a experimentar problemas recurrentes de salud mental. Además, nuestro sentido de identidad surge en gran parte en relación al trabajo que llevamos a cabo, sea voluntario o remunerado.
Ayudar a las personas a encontrar y mantener un buen empleo, una buena educación, u otras actividades que consideren relevantes debería ser un objetivo central en salud mental. La mayor parte de las personas que experimentan psicosis desean trabajar pero, en España, esta parte de la población es la que tiene las tasas de desempleo más elevadas llegando al 85,7%. (ODISMET, 2016) Este es un dato altamente revelador, dado que hay pruebas que demuestran que encontrar o volver a un trabajo con sentido o a otra actividad valiosa para la persona puede tener un impacto positivo mayor que cualquier otro tratamiento.
En ocasiones, las personas necesitan ayuda para conseguir un empleo y es fundamental que los servicios puedan dar apoyo en este ámbito. Si la persona no es capaz de llevar a cabo un trabajo remunerado, realizar un trabajo voluntario u otra actividad con significado puede ser igualmente importante. De nuevo, cada persona es diferente y es muy importante ajustarse a los tiempos y circunstancias específicas de cada uno.
Es fundamental que las personas puedan hablar y pensar sobre sus experiencias en un ambiente tranquilo, de apoyo, y sin ser juzgados. Es la base para cualquier forma de ayuda y debe ser lo primero que oferte cualquier profesional o servicio.
A menudo, esta oportunidad es lo más importante que cualquier profesional de salud mental puede hacer. La psicoterapia, también llamada terapia psicológica es, en esencia, una oportunidad más formalizada para que las personas hablen y piensen sobre sus experiencias. Esto ayuda a que las personas puedan dar sentido a sus experiencias, descubrir lo qué significan para ellas, y encontrar lo que sea de ayuda.
Comprender psicológicamente las experiencias psicóticas al igual que entendemos otras experiencias humanas.
Los diferentes enfoques teóricos también se ajustan a diferentes personas, dependiendo de sus preferencias, y de lo que parece mantener el problema. Sin embargo, en última estancia, toda terapia psicológica se sustenta sobre una relación de confianza y de trabajo colaborativo, entre el terapeuta y la persona.
En algunos casos, ese es probablemente, el componente más importante y es capital que las personas encuentren un terapeuta con el que se sientan cómodas.
Muchas personas encuentran que la medicación es útil, particularmente en las crisis agudas cuando las experiencias se pueden sentir como abrumadoras. Ésta puede reducir la intensidad de las experiencias y ayuda al hacerlas menos perturbadoras.
También puede ser útil para un periodo posterior, o incluso a largo plazo, por hacer que las experiencias resulten más manejables y para reducir la probabilidad de que aumenten en severidad o intensidad.
Encontrar el tipo de medicación que mejor parece funcionar para una persona concreta, con los mínimos efectos indeseados, puede llevar un tiempo. Todos tenemos ligeras diferencias a nivel químico y diferentes personas reaccionan de modo diferente a la misma medicación.
También hay que tener cuidado con algunos mensajes. Por ejemplo, la idea de que la medicación es la que hace que las cosas mejoren puede inducir la creencia engañosa de que es poco lo que las personas pueden hacer para ayudarse a sí mismas.
En definitiva, se trata de una parte importante del tratamiento, entre otras muchas cosas que pueden ayudar, pero no debemos perder de vista que el tratamiento debe facilitar que las personas puedan llevar la vida que quieren llevar y no limitarse exclusivamente a la reducción de los síntomas.
La comunidad es la fuente más importante de ayuda para muchas personas. Cualquiera que sea la naturaleza de las dificultades, las cosas más importantes son aquellas que todos necesitamos: las relaciones de apoyo, una vivienda adecuada, vernos libres de dependencia económica y de otras preocupaciones, tener ocupaciones relevantes y que nos den un sentido o desempeñar un papel valioso dentro de nuestro entorno grupal.
Aunque los vínculos personales algunas veces pueden ser difíciles y estresantes, los familiares y amigos son también la fuente principal de ayuda y apoyo, incluso en las personas que viven solas.
Los familiares y allegados a menudo no saben cómo ofrecer una ayuda eficaz. Algunas veces, el intento de ayudar puede resultar frustrante y difícil. No es raro que se pueda llegar a ser crítico o incluso hostil con la persona, o responder intentando cuidarla o protegerla en exceso.
Aunque estas reacciones son comprensibles, y a veces puede resultar de ayuda a corto plazo, a largo plazo puede ser agotadora y de escasa ayuda para todos. Cualquiera de estas actitudes (ser muy crítico o sobreimplicarse) han sido descritas con el término «alta emoción expresada».
Por el contrario, cuando los familiares y amigos pueden mantener una atmósfera relajada y calmada en casa, se puede marcar una diferencia en la recuperación de la persona.
Es de máxima importancia que los servicios ofrezcan información y apoyo no sólo a la persona que experimenta la psicosis, sino también a su entorno. Puede resultar muy confuso y estresante intentar ayudar a un miembro de tu familia que está angustiado por voces o creencias extrañas, y los familiares y amigos necesitan apoyo por derecho propio. Incluso aunque la persona no desee que su información personal se comparta con los familiares, los servicios pueden brindar información general sobre los problemas que está experimentando y sobre lo que puede ayudar.
Una buena relación con los profesionales es esencial para el proceso de recuperación. Ello supone compartir un marco de referencia basado en el respeto, en el que se puedan compartir las diferentes dificultades sin temor a ser juzgado.
Para facilitar este encuadre de colaboración son fundamentales la escucha activa y el respeto a las creencias de las personas sobre la naturaleza de sus experiencias. Algunas personas consideran sus dificultades como una enfermedad médica, algunas las ven como una reacción a los sucesos que ocurrieron en su vida, algunas como experiencias espirituales, y otras como una combinación de éstas.
A veces, el rechazo a considerarlas como una enfermedad se considera una falta de conciencia de enfermedad, a veces incluso como una parte de la enfermedad. Así, es importante conservar una actitud abierta y apoyar a las personas para que lleguen a una comprensión propia de su situación particular y no insistir en que se acepte un único marco concreto de entendimiento.
Muchas personas se acercan a los servicios sin estar seguros sobre cuál es el mejor modo de entender sus dificultades. Por ello, resulta fundamental que los profesionales les puedan asegurar que no están solos en sus experiencias y que hay ayuda accesible.
Por último, es importante recordar que no a todo el mundo le ayuda el centrarse directamente, al menos en un primer momento, en sus experiencias o creencias inusuales. Quizás la persona prefiera dirigirse a otros aspectos de su vida como, por ejemplo, encontrar trabajo, mejorar el estado de ánimo o trabajar en el desarrollo de las fortalezas que ya disponga.
Una vez que alguien es consciente de lo que tiene a su disposición, se encuentra en una posición más favorable para elegir lo que podría resultarle de ayuda y es importante que pueda ejercitar su capacidad de elección siempre que sea posible.
Centrarse en los propios intereses y objetivos de la persona puede resultar muy útil. Aunque para ello no siempre sea necesaria ayuda externa, los profesionales pueden ayudar a identificarlos, planear cómo conseguirlos y cómo lidiar con las dificultades en el camino.
Las perspectivas psicológicas, pueden ayudar a identificar las preocupaciones asociadas a los nuevos retos que se presenten.
Diferentes aproximaciones de rehabilitación cognitiva también pueden ayudar a las personas a mejorar la resolución de problemas, la memoria, las habilidades para planificar y el trabajo hacia objetivos que la persona realmente necesita o desea.
Así como quienes padecen dificultades físicas requieren una adaptación del entorno o utilizar prótesis, las personas que padecen experiencias o creencias estresantes de forma continuada, pueden necesitar también una ayuda mantenida. Por ejemplo, a la hora de hacer determinados planes, ayuda práctica en temas domésticos, asesoría en prestaciones y recursos o apoyo en aspectos emocionales.
El período de mayor sensibilidad para la aparición de las primeras experiencias psicóticas está comprendido entre los 16 y los 23 años, momento en el cual se desarrollan aspectos sociales y de la identidad fundamentales de la persona.
Entre ellos sus relaciones más significativas entre iguales y la elaboración de un proyecto de vida, formativo y laboral.
La intervención temprana intenta reducir o prevenir la severidad de los problemas antes de que éstos se desarrollen plenamente. En la actualidad se están empezando a crear recursos que se especializan en ofrecer ayuda a los jóvenes que comienzan a experimentar problemas por primera vez.
Reducir al máximo la ruptura biográfica que puede suponer la experiencia psicótica puede facilitar enormemente el proceso de recuperación y un mejor pronóstico.
A través de la Seguridad social, el médico del Centro de atención primaria, será el responsable de hacer el volante para derivar al Centro de Salud Mental. En éste se le asignara al paciente el especialista en Psiquiatría.
Existe una Red de Atención a Personas con Enfermedad Mental en la Comunidad de Madrid que dispone de múltiples recursos. Para acceder a estos recursos, el paciente tiene que ser derivado por su psiquiatra de referencia del Centro de Salud Mental correspondiente.
Puedes conocer todos los recursos disponibles en la Comunidad de Madrid a través del siguiente
enlace.
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